Adviento 15-16

Adviento, preparación para Navidad

“Tiempo de preparación para vivir correctamente la Navidad”

¡Viene el hijo de Dios!

Imagina que te llega una carta diciendo que en cuatro semanas, llegará a tu casa a hospedarse, el Hijo de Dios. ¡Qué honor! ¿A mi casa? ¿Qué haría yo? Por supuesto no me quedaría sentado y dejaría pasar el tiempo para preparar el recibimiento. Manos a la obra:


1) Hay que hacer una buena limpieza de la casa.
2) Hay que recoger todo, el desorden, poner orden la casa.
3) Hay que adornar, pintar, poner flores, que se vea más bonita la casa.
4) Hay que preparar con alegría el recibimiento…

¿Qué es el adviento?

La palabra latina "adventus" significa “venida”. Se refiere a la venida de Jesucristo. Es una oportunidad para prepararnos en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Señor. El tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos ya que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro.

Cuando el Mesías llegó, pocos le esperaban realmente. "Vino a su propia casa, y los suyos no le recibieron" (Jn 1,11). Muchos de aquellos judíos, ocupados en sus quehaceres diarios, se habían dormido para lo más esencial de sus vidas y de la vida del mundo.

¿Qué significado tienen los cuatro domingos de Adviento?

El tiempo de adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad.
Los cuatro domingos de adviento tienen el siguiente significado:
1.    El primer domingo nos orienta hacia la Venida del Señor al final de la historia y el mensaje es el de la vigilancia;
2.  El segundo domingo está centrado en la figura de Juan Bautista y el mensaje es el de la            paciencia y de la preparación activa para la Venida del Señor;
3.    El tercer domingo, también centrado en el Bautista, nos orienta con más fuerza hacia la persona de Aquél que viene; el mensaje es el de la alegría por la venida muy cercana;
4.    El cuarto domingo contempla el misterio de la Encarnación de Dios en María; el mensaje: una  preparación profunda del misterio de la Navidad.

Del mismo modo, ocuparé cada una de estas semanas, en las 4 tareas para preparar mi casa (mi corazón): limpiar, ordenar, adornar, alegrar.

1)      Tiempo de limpiar: ¿Me atrevería a recibir al Hijo de Dios, en una casa llena de suciedad? Imposible. De igual manera, Jesús no podría hospedarse en mi alma, si esta está llena de cosas negativas. La mejor manera de preparar mi alma para la venida del niño Jesús es reflexionando, qué cosas me separan de Dios. Haré un examen profundo, pensando con cuales de mis actos le ofendo. Después me esforzaré por hacer una buena CONFESIÓN, pidiendo de corazón a Dios perdón por haberle ofendido a El que tanto me ama. Finalmente, haré un firme propósito de enmendarme, de poner los medios concretos para cambiar.

2)      Tiempo de ordenar: Es muy fácil volver a ensuciar la casa, si el desorden no se quitan. De igual modo, será fácil volver a ensuciar mi alma, si no ordeno mis ideas, mis creencias, mis prioridades. Poner prioridades, significa pensar qué es lo primero importante en mi vida, qué es lo segundo, qué es lo tercero... Pensaré que para todo católico lo más importante debiera ser, vivir unido a Jesús, de manera que sea feliz con Él, a vivir la eternidad. Recordaré las palabras de Jesús cuando le preguntaron cuál era el mandamiento más grande: "Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, y amarás a tu prójimo como a ti mismo". Me sorprenderé al reflexionar, en cuántas cosas invierto mi tiempo, mi esfuerzo, mi vida, y cuan poco tiempo invierto en cultivar mi oración, los sacramentos, las virtudes, el amor, las obras de caridad, el perdón... Es hacer felices y hacer sentir amados a aquellos que amamos. Muchas veces, me preocupo más por las cosas, que por las personas.

3)      Tiempo de adornar: Una vez limpia y ordenada la casa, ahora sí se puede adornar. ¿Cómo adorno mi vida para recibir al Hijo de Dios dignamente? El alma se embellece con las virtudes. Cultivando las acciones buenas y las actitudes buenas: la sencillez, sirviendo o haciendo favores a los demás, siendo amable, hablando bien de los otros, ayudando a aquel que está desanimado, aceptando y teniendo paciencia con aquel que me cuesta, perdonando a aquel que me ofendió..., etc. Esta tercera semana trataré de llenar mi alma de muchas obras buenas. Además al finalizar la semana reflexionaré cuan feliz me hizo el ser bueno y a cuántas personas di también felicidad. ¿No valdría la pena seguir así aunque acabe el Adviento?

4)      Tiempo de alegría: ¡Todo preparado en la casa! Ahora es tiempo de pensar en EL INVITADO. El invitado es nada más y nada menos que Jesucristo, el hijo de Dios. La más grande prueba de que Dios nos ama infinitamente, es haber mandado a su hijo Jesús al mundo para salvarnos. He de reflexionar, que gracias a su venida es que yo podré un día ir al cielo con Él. El Adviento es entonces y sobretodo un tiempo de alegría profunda. Si te fijas, todos los que participaron de cerca en el nacimiento de Jesús: San José, la Virgen María, los pastores, los reyes magos, todos estaban alegres y felices. De igual manera mi vida debe ser también un Adviento largo, una alegre espera de ese momento definitivo en el que me encontraré por fin con el Señor para siempre. Mi alegría no debe depender de las cosas de la tierra: noticias agradables, salud, tranquilidad, desahogo económico para sacar la familia adelante, etc. La verdadera alegría cristiana, esa que trae una paz y serenidad que nadie puede quitar, sólo la tiene aquel hombre que logra escapar de sí mismo, cuando ama a los demás y hace la voluntad de Dios. Este Adviento trataré de vivir esta alegría, con una sonrisa, una palabra cordial, un pequeño elogio, evitando hacer tragedias por cosas de poca importancia que debería dejar pasar y olvidar. Así contribuiré a hacer más llevadera la vida de las personas que me rodean. Esa es una de las grandes misiones del cristiano: llevar alegría a un mundo que está triste porque se va alejando de Dios.

 La corona de adviento
Existe la tradición de hacer en casa una "Corona de Adviento", que es un círculo de follaje verde (pino, abeto o hiedra), envuelta con un listón rojo y en cuyo centro se colocan 4 velas, para que la familia encienda una cada domingo de Adviento mientras hace oración.
El círculo simboliza la eternidad, el color verde simboliza la vida y la esperanza. El listón rojo significa el amor de Dios que nos envuelve y también nuestro amor que espera con ansiedad el nacimiento del Hijo de Dios. La luz de las velas simboliza nuestra fe. También esperamos que la Luz, que es Jesús mismo, ilumine  nuestro camino.

¿Qué significado tienen las velas?
Las velas son de distintos colores:
·    Vela Morada: Señal de penitencia y conversión.
·   Vela Roja: La actitud de amor de Dios para con el hombre. Reflexionar sobre el amor que se manifiesta a todos.
·  Vela Rosa: Es la alegría que se tendrá con la venida de Cristo, para lo cual también es necesario tener un corazón dispuesto a recibirlo.
·  Vela Blanca: Es el símbolo de Cristo, significa también pureza.

Esta es su triple finalidad del Adviento:

- Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de                     nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida.

- Vivir el presente: Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de Jesucristo" en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los                caminos del Señor, en la justicia y en el amor.

- Preparar el futuro: Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su gloria". Por esta razón, la Iglesia nos invita en el Adviento a prepararnos.

Revisión: Aprovechando este tiempo para pensar en qué tan buenos hemos sido hasta ahora y lo que vamos a hacer para ser mejores que antes. Es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con el prójimo. Todos los días podemos y debemos ser mejores.

Proyección: En Adviento debemos hacer un plan para que no sólo seamos buenos en Adviento sino siempre. Analizar qué es lo que más trabajo nos cuesta y hacer propósitos para evitar caer de nuevo en lo mismo.

¡Tener cuidado!: No puede ser Adviento ni Navidad cuando esperamos qué regalos vendrán en este tiempo, que me compraré. Este tiempo no es para gastar y gastar. No tengo que dejarme llevar por el consumismo... Tengo que detenerme un momento y pensar que la Navidad no es llenarme de cosas, de objetos, sino que tengo que procurar aumentar en mi vida actitudes buenas que me ayudan a recibir al Señor que se acerca por amor.

¡Este año sí prepararé con esmero la navidad!